Manifiesto para mi yo del futuro
Por Paula Andrea Oyuela Salamanca
Recuerda siempre quién eres, incluso cuando otros lo olviden.
Eres una mujer que ama con profundidad, que da sin reservas, que se entrega al vínculo con el corazón abierto y la mirada honesta. No estás hecha para relaciones tibias ni para afectos condicionados.
Que nunca se te olvide:
No estás aquí para mendigar cariño, ni para rogar explicaciones que el alma ya siente.
Estás aquí para ser coherente con lo que sientes, para rodearte de personas que te escuchen con el pecho abierto, que te cuiden incluso en silencio, que sepan sostener la incomodidad cuando haya que hablar con el alma.
De ahora en adelante, elige gente que no tema tu intensidad, tu claridad ni tu dulzura.
Gente que no huya cuando toques una herida, sino que se quede contigo mientras sana.
Personas que se alegren por tu crecimiento, que celebren tus éxitos y te abracen cuando dudes.
Sé la amiga que escucha, pero también la que pone límites.
La que perdona, pero no se traiciona.
La que se aleja si es necesario, sin odio, pero con dignidad.
Y cuando algo duela, como ahora, abrázate fuerte.
Llora si hace falta. Es parte del proceso.
Pero no te calles lo que sientes.
No te achiques por miedo a perder.
No te calles por miedo a incomodar.
Tú no estás sola, tú te tienes.
Y eso, ya es hogar.